Asedio a Tar Valon by Jordan Robert

Asedio a Tar Valon by Jordan Robert

autor:Jordan, Robert [Jordan, Robert]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
ISBN: 9788448032890
editor: Timun Mas
publicado: 2003-03-14T23:00:00+00:00


Alivia estaba muy por encima de ella en el Poder —en realidad, Alivia estaba muy por encima de Cadsuane—, pero era una espontánea y una mentirosa, desde el punto de vista de Elza. La mujer de cabello oscuro no parecía aceptar que Alivia había sido damane, cuanto menos el resto de su historia. Aun así, Elza lanzó una mirada a Cadsuane, después a la puerta que tenía detrás, y se ajustó el chal. Obviamente, no quería que el chico se enfadara. No con ella.

—Veré si puede recibirte ahora —dijo casi con gesto huraño—. Que se quede aquí —añadió dirigiéndose a Alivia, en tono más cortante, antes de volverse y llamar con suavidad a la puerta. Una voz masculina dio permiso al otro lado de la hoja de madera y la mujer la abrió justo lo suficiente para entrar y cerró tras ella. —Debes disculparla —comentó Alivia en aquel acento irritantemente lento—. Creo que lo que le ocurre es que se toma muy en serio su juramento. No está acostumbrada a servir a nadie.

—Las Aes Sedai cumplen su palabra —repuso fríamente Cadsuane. ¡Esa mujer hacía que se sintiera como si su modo de hablar fuera tan rápido y frío como el de un cairhienino!—. Tenemos que hacerlo.

—Creo que tú lo haces. Igual que sabes que yo también la cumplo. Le debo cualquier cosa que me pida.

Un comentario fascinante, y una abertura; pero, antes de que pudiese sacar ventaja de ella, Elza salió. Tras ella venía Algarin, con la blanca barba recortada hasta casi acabar en un pico. Dedicó una reverencia a Cadsuane con una sonrisa que profundizó más sus arrugas. La sencilla chaqueta de paño oscuro, hecha cuando era más joven, le quedaba grande ahora, y el cabello le proporcionaba una rala cobertura. No había posibilidad de descubrir por qué había visitado al chico al'Thor.

—Te recibirá ahora —dijo secamente Elza.

Faltó poco para que Cadsuane rechinara los dientes. Alivia tendría que esperar. Y Algarin.

El chico estaba de pie cuando Cadsuane entró, casi tan alto y tan ancho de hombros como Lan; llevaba una chaqueta negra con bordados dorados en las mangas y en el cuello alto. Pese a los bordados, se parecía demasiado a las chaquetas de los Asha'man para que resultara de su agrado, pero no dijo nada. Él hizo una cortés reverencia, la condujo a un sillón con cojín delante de la chimenea y le preguntó si le apetecía vino. Añadió que el de la jarra —que había en una mesa auxiliar con dos copas



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